17 Jul “Engordar del aire”, ¿Qué hay de cierto en esta frase?
Muchas veces hemos escuchado la frase de que “nadie engorda del aire” haciendo referencia a que si se tiene un problema de sobrepeso es por algo: por unos malos hábitos alimenticios, propensión genética, causas fisiológicas, etc… sin embargo puede ser que haya algo de cierto en esa frase….
1).-El aire que respiramos puede influir en nuestro sobrepeso. Varios estudios han demostrado que la contaminación atmosférica engorda.
Según un estudio llevado a cabo por científicos de las universidades de Pekín (China) y Duke (Estados Unidos), la polución genera cambios en nuestro metabolismo. La investigación, llevada a cabo con roedores, probó que los animales expuestos a un aire contaminado aumentaros de peso y además presentaron un aumento de la inflamación del tejido. Por si fuese poco, los ratones expuestos a contaminación, tenían el colesterol y los triglicéridos alto, además de presentar un nivel de resistencia a la insulina (indicador de la diabetes tipo II), significativamente superior al de los roedores que habían respirado aire no contaminado.
Según los investigadores, el respirar aire contaminado provoca ciertas disfunciones y cambios metabólicos que se vinculan con la obesidad.
El experimento, que se llevó a cabo con ratas embarazadas también concluyó que el aire contaminado se relaciona con un mayor sobrepeso en las crías de las ratas. De este modo las crías que respiraron aire contaminado pesaban entre un 10% y un 18% más que las otras.
Fuente: sciencedaily.com
2).-Oler comida engorda
Asimismo, otro estudio de la Universidad de Berkeley publicado en la revista científica Cell Metabolism, ha demostrado que el aroma que despiden determinados alimentos tiene efectos sobre nuestro peso. Los investigadores alteraron en los roedores en los que se llevó a cabo el estudio, las terminaciones nerviosas responsables del olfato. Comiendo los mismos alimentos y las mismas cantidades los que no olían la comida engordaban mucho menos.
Pero aquí no acaba la cosa, a los ratones obesos que previamente habían engordado, les anularon el sentido del olfato y empezaron a perder peso a pesar de comer lo mismo.
Pero, ¿cómo puede ser esto posible?
Los investigadores aún tienen claros cuáles son los motivos para que esto ocurra pero creen que podría deberse a que el olor de la comida hace creer a nuestro metabolismo que es la hora de comer por lo que se prepara para almacenar las calorías mientras que al anular el sentido del olfato, el metabolismo continua quemando energía y eliminando las calorías consumidas.
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